RUPERTA, LA CALABAZA QUE SABÍA MATEMÁTICAS

La calabaza echaba humo por las orejas de tanto pensar en
algo que la diferenciase de las demás calabazas, las cuales se iban a convertir
esa noche tenebrosa en un objeto decorativo de puertas, ventanas y mesas.
- “Yo no quiero ser decoración, quiero distinguirme por algo
positivo y beneficioso para todos”, – pensó la calabaza.
De repente se le ocurrió: – “¡Ya lo tengo!”.
Muy dispuesta rodó hasta la estantería más cercana, y como
pudo alcanzó un libro de matemáticas de color azul y verde, con letras de color
azul marino que ponían:
- “Matemáticas para principiantes, aprende y disfruta”.
Ruperta se escondió detrás de unas cestas dentro del
supermercado donde vivía, para que nadie la molestara mientras aprendía
matemáticas. En cuestión de un par de horas, había aprendido a sumar, restar,
multiplicar y dividir. Se sintió muy orgullosa, y se planificó para que la
semana que quedaba hasta Halloween, tuviera aprendido lo máximo de matemáticas.
- “¡Quien solucione el tema, de menos tendrá un problema!”.
A partir de entonces, todas las fiestas de Halloween
trataban de las matemáticas, y todos los problemas sin resolver que cada día se
quedaban en las aulas de los colegios, se guardaban para ese día. De esta
forma, todos los niños sabían muchas matemáticas, y Ruperta fue la calabaza
eterna de los números y los cálculos.
FIN
SALVADOS POR LAS MATEMÁTICAS

“Brinca la tablita, ya yo la brinqué, bríncala tu ahora que
yo me cansé. Dos y dos son cuatro, cuatro
y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho diez y seis”. O cualquier otra
canción que mencionara números.
Un día Lía le propuso a Juan
que dieran un paseo hasta la casa mas cercana:
- A lo mejor en la casa mas cercana vive un príncipe y una
princesa con los que podamos jugar. – Decía la niña a su hermano para
convencerlo.
Lo que no sabían, hasta ese momento es que la casa mas
cercana a ellos estaba muy retirada y que les tomaría dos horas llegar a ella
caminando. Salieron de su casa a las 6:00 p.m.
- Quiero regresar ¿Cómo vamos a llegar a casa?
Juan se mantenía callado, solo de vez en cuando le
respondía:
- Tranquila, podemos
regresar.
Fue tanta la insistencia de Lía, que Juan tomó la decisión
de regresar; entonces Lía muy confusa,
al ver a su alrededor y percibir lo solitario del camino y que no recordaba
como regresar, se dejó caer al suelo y
comenzó a llorar. Fue entonces cuando Juan se sentó a su lado, la consoló y le
dijo:
- No te preocupes, podemos regresar, las matemáticas nos van
a ayudar.
Lía pensó que su hermano solo quería burlarse de ella y que
no era gracioso decir aquello en ese momento, se limpió la cara y a enfadarse,
cuando este le dijo:
– Solo tenemos que contar hasta 98.342 y estaremos en casa
nuevamente.
– Lo dices para molestarme, sabes que no me gusta contar,
además, ¿que tiene que ver contar con llegar a casa cuando estamos perdidos en
este lugar?
A pesar de que Lía sentía mucha rabia por tener que contar,
hizo caso a Juan y se dispusieron a caminar contando. Al llegar a la casa Lía
no paraba de reír, saltar y celebrar que
fueron SALVADOS POR LAS MATEMÁTICAS.
FIN
De que se trata
ResponderEliminar